viernes, 8 de enero de 2010

Tan simple como eso

Existen lugares en esta ciudad donde el embrujo de la noche y la alegria del dia se funden ocasionando un momento unico en la vida, pero no solo es eso, sino que tambien toman parte, la conciencia de los actos y por sobre todo las experiencias compartidas que llevan el terminar de una noche, y su posterior conversion con el dia, a tranformarse en esos magicos instantes que se graban en tu memoria, la fusion de las sombras, y por ende muerte de las luces de la ciudad, con la claridad del dia, mientras solo llegas a sentir la cercania entre tu mano y la de esa persona que te hace sentir algo parecido a la felicidad, pero mucho mejor, de solo estar en ese momento, en ese lugar, mientras ven esa transicion, donde sin saber llega el perfecto cierre para ese momento, el beso.

Y entonces giras como cerrando el mistico instante universal mientras que en tu mente solo existe el deseo de ese beso, aun sabiendo que con ello terminara el momento perfecto.

Supongo que es el deseo de dar el beso, lo que mas le gusta a uno, por las ideas (ilusiones, esperanzas y sueños) que uno se hace en la mente, ese momento de masoquismo previo que puede llegar a durar años, ese lapso de tiempo desde que viste a esa persona hasta que le diste el beso...